miércoles, 7 de septiembre de 2016

¿Quién soy yo?


¿Quién soy yo?

Cuando decimos que no saber hallar respuestas de cuestiones identitarias puede llegar a ser un problema, no estamos diciendo que la clave esté en saber responder o no a este tipo de preguntas con una frase específica, concreta, como si de un eslogan vital se tratase. Lo importante es comprobar, desde la propia subjetividad, hasta qué punto podemos llegar a reconocer una serie de ideas e imágenes que identificamos con nosotros mismos. La respuesta a la pregunta "quién soy yo?" está siempre más allá de las palabras.

Por eso merece la pena detectar hasta qué punto ciertas sensaciones de malestar pueden tener su foco en estas dudas acerca del significado de la propia existencia y la propia identidad.

Si no podemos responder a esta pregunta, ello puede significar que estamos pasando por una crisis de identidad, un periodo de nuestra vida en el que podemos experimentar profundas dudas sobre nosotros mismos, dudas sobre el sentido de la existencia acompañadas de sentimientos de vacío, soledad.

Ahora bien, cuando conseguimos responder de nuevo a esta pregunta, nos volvemos a reenganchar al ritmo de los acontecimientos que suceden en nuestra vida, consiguiendo ser, esta vez, mucho más conscientes de lo que nos rodea y más realistas en nuestros pensamientos. Volvemos a empoderarnos frente a la vida.

Es necesario seguir al lado de uno mismo a pesar de las dificultades

La identidad se va forjando a lo largo de la vida, pero hay una etapa o periodo crítico en que tiene especial relevancia: la adolescencia. Ya lo resaltaba el psicólogo Erik Erikson en su Teoría del Desarrollo Psicosocial. Erikson afirmó que el mayor obstáculo que debe enfrentar el desarrollo de los adolescentes es el establecimiento de una identidad. Para el autor, la construcción de la identidad no se puede entender sin la interacción con los demás.

Los adolescentes suelen ir en busca de ese “¿quién soy yo?”, porque la adolescencia es una etapa de descubrimiento. Los adolescentes pasan por un periodo de autoconocimiento, y empiezan a hacer grupos de amigos, a relacionarse con el sexo opuesto o a pensar en sus opciones de futuro. Pero además de este autoconocimiento, es decir, ¿Qué soy yo, de dónde vengo, qué quiero ser?, el “¿quién soy yo?” también afecta y se ve afectado por la autoestima: ¿Me quiero mucho o poco o nada? ¿Soy lo que quiero ser?, y la autoeficacia: ¿Soy capaz de ir a dónde quiero ir? ¿Soy capaz de ser lo que quiero ser?

Por tanto, saber quién eres te hace más fuerte y, a pesar de las adversidades que puedan presentarse en tu vida, te ayuda a superar las dificultades.



Esa es una buena pregunta que la mayoría de veces no sabemos contestar porque desconocemos nuestro propio ser,

Hay personas que constantemente buscan la aprobación de otros para tener un punto de referencia o de seguridad. Como esa amiga que va de compras acompañada y continuamente pregunta: ¿Cuál de las dos prendas te gusta más? Y al final el armario de la persona que va a comprar se parece menos a los gustos reales de ella que a los de la acompañante.

Por otro lado, definir los defectos y las virtudes de los demás es una tarea que a muchas personas les parece menos compleja que definirlos para ellas mismas. Así, cuando les preguntan ¿Cómo es ella o él? Empiezan a hablar con fluidez y seguridad, poniendo ejemplos reales que acompañan a cada adjetivo que proyectan. En cambio, cuando les pides a estas personas que se definan ellas mismas sufren un paradójico y extraño mutismo.
¿1La primera causa de esto es que las personas estamos mucho más acostumbradas a usar los valores de juicio establecen las demás que con nosotros mismos. En segundo lugar, al convivir todo el día con nosotros tenemos ejemplos de acciones que pueden ser contradictorias, somos más conscientes de nuestra evolución y no nos gusta encasillarnos en un adjetivo. Entendemos que somos mucho más complejos que cualquier palabra o grupo de palabras.
 

Tomarse un tiempo para reflexionar


De vez en cuando es positivo que te guardes un tiempo para tener una cita contigo mismo, de manera que lo utilices para reflexionar sobre quién has sido, quién eres y en quién te estás trasformando. Esto te ayudará a conocerte, a descubrir tu propia verdad. A encontrar las respuestas dentro de ti. Respuestas que en algún momento esperabas que te diesen otras personas.

Empieza a hacer eso que te causa satisfacción, como puede ser: leer, caminar o ir a la playa. Acciones para las que la soledad no sólo no es un impedimento, sino que puede ser una ventaja.

¡Puedes pedir opinión o asesoramiento! Pero tú tienes la capacidad de elegir lo que es mejor para ti cuando te conoces.

Una vez sabes quién eres, es más fácil definir qué quieres, y aumentarás las probabilidades de que tus decisiones sean más acertadas.

¿Qué es un Valor? Cuáles son los valores      (Ejemplos de valores)

Definición de “valor”

Los valores son cualidades específicas que los sujetos le confieren a los objetos o a los sujetos. Y es a través de ellos que le podemos dar importancia o no a estos objetos, pero también comprende a los secesos o a los acontecimientos.

Se puede decir entonces, que los valores parten de la atribución y de la percepción que tienen los sujetos sobre el mundo exterior en el cual desarrollan su actividad los cuales posibilitan un ordenamiento según el grado de importancia.

Podemos hablar de valores universales, porque desde que el ser humano vive en comunidad ha necesitado establecer principios que orienten su comportamiento en su relación con los demás.

En este sentido, se consideran valores universales, la honestidad, la responsabilidad, la verdad, la solidaridad, la cooperación, la tolerancia, el respeto y la paz, entre otros.

Los valores, una guía histórica.


Los intentos de encontrar una definición del concepto de valores humanos han tenido lugar desde tiempos remotos.

La génesis del valor humano se desprende del vocablo latín a estimable que le da significación etimológica al término primeramente sin significación filosófica. Pero con el proceso de generalización del pensamiento humano, que tiene lugar en los principales países de Europa, adquiere esta interpretación. Aunque es solo en el siglo XX cuando comienza a utilizarse el término axiología (del griego axial, valor y logos, estudio).

En un primer estadio se definieron los valores humanos tratando con absolutismo la esfera subjetiva del ser humano. Así aparece una etapa importante del nacimiento de este concepto en el pensamiento de los estoicos quienes definían a los valores humanos como toda contribución a la vida sobre la base de la razón. Se hablaba entonces de los valores de la virtud, la dignidad, la honestidad, etc., siempre desde la subjetividad humana.


Los valores sirven de guía interpretativa en el devenir de lo cotidiano. Al ser una cuestión subjetiva principalmente, podemos decir que afirmar que los valores son de carácter universal seria cuanto menos conflictivo. Sin embargo, encontramos que generalmente son caracterizados de este modo.
 
La realidad es que los valores son históricos, es decir, que su origen se relaciona con un contexto social y cultural determinado el cual influye directamente en su concepción y formación.

De este modo, podemos hacer notar que en las sociedades tienen valores diferentes sobre cuáles son los modos de actuar, de comportamiento, morales, de convivencia, etc.

A la vez que se da esta diferencia, existe un proceso contrario que tiende hacia la unificación y universalización de los ciertos valores. Ejemplo de esto son los valores sobre la paz, la solidaridad, la tolerancia, etc.

Lo cierto es que existe una contradicción que choca principalmente cuando posiciones opuestas tocan temas sensibles como el aborto, eutanasia, la intervención política o armada y demás cuestiones donde los valores que se persiguen encuentran otras limitaciones culturales que sostienen valores diferentes.
  
           
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Tipos de valores


Más allá de esta cuestión, resulta útil clasificar a los distintos valores según criterios específicos en:

1.  Valores personales: Son los que resultan indispensables y a partir de los cuales las personas van guiándose en su vida cotidiana. Muchas veces provienen de la experiencia directa que tienen las personas y van acumulando.

También los podemos considerar principios indispensables sobre los cuales construimos nuestra vida y nos guían para relacionarnos con otras personas. Por lo general son una mezcla de valores familiares y valores socio-culturales, junto a los que agregamos como individuos según nuestras vivencias.


2. Valores socio-culturales: Son los cánones generales que funcionan y son parte de la cultura de una sociedad determinada. Más allá del núcleo duro general o hegemónico de la sociedad, los cuales pueden coincidir con los valores personales o de grupos sociales específicos, se encuentran en constante roce o yuxtaposición con demás valores. Se debe tener en cuenta que coexisten una variedad de múltiples valores en una sociedad y momento histórico dado.


La fuerza de los grupos predominantes reside en que muchas veces sostienen valores en oposición a los de otros grupos minoritarios, de allí deriva el conflicto social.

Son los que imperan en la sociedad en la que vivimos. Han cambiado a lo largo de la historia y pueden coincidir o no con los valores familiares o los personales. Se trata de una mezcla compleja de distintos tipos de valoraciones, que en muchos casos parecen contrapuestas o plantean dilemas.

Por ejemplo, si socialmente no se fomenta el valor del trabajo como medio de realización personal, indirectamente la sociedad termina fomentando “anti-valores” como la deshonestidad, la irresponsabilidad o el delito.

Otro ejemplo de los dilemas que pueden plantear los valores socio-culturales ocurre cuando se promueve que “el fin justifica los medios”. Con este pretexto, los terroristas y los gobernantes arbitrarios justifican la violencia, la intolerancia y la mentira, alegando que su objetivo final es la paz.
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1.  Valores materiales: son depositados sobre los objetos y bienes que hacer que el ser humano pueda subsistir. Por ejemplo, lo necesario para la alimentación o protección.
Son aquellos que nos permiten subsistir. Tienen que ver con nuestras necesidades básicas como seres humanos, como alimentarnos o vestirnos para protegernos de la intemperie. Son importantes en la medida que son necesarios. Son parte del complejo tejido que se forma de la relación entre valores personales, familiares y socio-culturales. Cuando se exageran, los valores materiales entran en contradicción con los espirituales.
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1.  Valores espirituales: Son los referidos a la actividad que los seres humanos realizan, se basan en aspectos inmateriales. Y comprenden la importancia que le damos a las actividades que realizamos y valoramos como la expresión artística o religiosa.
También lo podemos entender como   la importancia que le damos a los aspectos no-materiales de nuestras vidas. Son parte de nuestras necesidades humanas y nos permiten sentirnos realizados. Le agregan sentido y fundamento a nuestras vidas, como ocurre con las creencias religiosas.
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4.Valores morales: Son las conductas que una determinada sociedad acepta y entiende que son indispensables para mantener el orden social. Estos recaen de forma social sobre cada uno de los ciudadanos en particular, exigiendo de forma tácita y práctica también su aceptación. Y en muchos casos la sociedad dispone castigos a quien los infringe vía judicial, penal, etc.
Son las actitudes y conductas que una determinada sociedad considera indispensables para la convivencia, el orden y el bien general.


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